La Quincena Soviética by Vicente Molina Foix

La Quincena Soviética by Vicente Molina Foix

autor:Vicente Molina Foix [Vicente Molina Foix]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788433919878
editor: Editorial Anagrama
publicado: 2023-03-13T00:00:00+00:00


No recordaba la calle tan calurosa. Cuatro señoras de luto, con velo y misal y rosario enredado en el misal, se miraron, súbitamente desposeídas al verme salir de su parroquia, y, después de registrarme la conciencia y las manos con ojos aumentados por los hondos cristales de sus gafas, interrumpieron una tertulia sobre la muerte a palos de Santa Leocadia y se metieron precipitadamente en el templo a evaluar las pérdidas. No quiero ni pensar qué músicas, qué servicios fuera de lo corriente iban a encontrar dentro.

El camino estaba despejado. Quedaba una mancha de sangre en los adoquines de la Corredera y un corrillo de cinco o seis personas delante de la puerta de la farmacia, debajo exactamente del mosaico que pintaba la cura milagrosa «con fricciones de vinagre sublimado» del tabardillo, pero a la policía no la vi por ninguna parte. Avancé calle arriba, cruzándome con dos basureros municipales que llegaban desconcertados, con palas y serrín, buscando en la cara de los viandantes la sangre derramada que enterrar. Proseguí mi paseo.

No fue lo mismo. Fuera de las paredes de San Antonio de los Alemanes ya no me protegían los óleos santos ni la guardarropía eclesiástica, y me sentí como un actor sin método obligado, después del aprendizaje de un estilo interpretativo que el público encuentra desfasado, a la improvisación de calle. Y la música no acompañaba. En lugar de las sonatas italianas del trío y el canto angelical de los motetes, reencontraba la fanfarria desafinada de la ciudad, siempre a punto de dar comienzo –con el claxon de los coches y los escapes de las motocicletas, con las coplas radiadas que salen de las casas que se abren a la calle, con la rondalla de los desocupados– a un concierto que los ejecutantes nunca se ponen de acuerdo en atacar.

Pero si la calle no estaba a la altura de mis ricas experiencias anteriores, tampoco yo era, enteramente, el mismo. Pisar la Corredera Baja, ver la luz, comprobar que el cielo de verdad tenía menos nubes y colores más tristes que el pintado, responder a la callada acusación de las beatas, esquivar a los sepultureros, avanzar por la calle del Pez sin fondo musical, me situó en un margen. Como esos cómicos que al terminar su imitación del deportista de moda se cambian con rapidez inverosímil detrás de la cortina, pero cuando reaparecen convincentemente transformados en famosa cantante de flamenco no pueden evitar que se vea, bajo el corpiño, un palo de los números prendidos en el pecho de la camiseta del jugador, yo corría el riesgo de no saber quitarme a tiempo o del todo la ropa interior sucia. Tenía la intención de volcarme de nuevo en el ser real de Simón, pero Ramiro, enviciado por lo que acababa de vivir en San Antonio, me susurraba al oído que la realidad acude con infinita lentitud solo hacia los que tienen paciencia.

En la calle de San Bernardo tuve un mal pensamiento para el oráculo californiano. «Huida al interior de uno mismo», claro, ahora recordaba dónde había oído antes eso.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.